martes, 13 de diciembre de 2011

EL VERDADERO CRISTIANO DEBE PADECER.

"Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia". Hebreos 5:8


Se nos dice que el autor de nuestra salvación fue consumado por nuestras aflicciones; de modo que nosotros, que somos pecadores, que estamos lejos de ser perfectos, no debemos admirarnos si somos llamados a padecer. ¿Ha de ser la cabeza coronada con espinas mientras los otros miembros se mecen en el delicado regazo de la comodidad?¿Tienes Cristo que cruzar los mares de su propia sangre para ganar la corona, mientras nosotros marchamos al cielo a paso descuidado con nuestros pies dentro de zapatos de marca? No, la experiencia del Maestro nos enseña que es necesario el sufrimiento, y que el verdadero hijo de Dios no debe esquivarlo no desear esquivarlo, aunque pueda. Hay un pensamiento muy confortable en el hecho de que Cristo fue "consumado por aflicciones": el que puede entendernos como somos nosotros "Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado" (Hebreos 4:15). En esta comprensión de Cristo hacia nosotros hallamos un gran poder sustentador. Uno de los primeros mártires dijo: "Puedo soportar todo, por que Jesus sufrió, y ahora, también sufre por mi. El me entiende y eso me fortalece".

Creyente, echa mano de este pensamiento en todos los tiempos de agonía. Que el recuerdo de JESUS te fortalezca mientras marchas tras sus pasos; encuentra en su comprensión cariñoso apoyo y recuerda que es honroso sufrir, sufrir por Cristo es gloria. Los apóstoles se gozaron de que fueron tenidos por dignos de padecer. Dios nos honra cuando nos da gracia para sufrir por Cristo y con Cristo. Las insignias de los reyes a quien Dios ha ungido son sus aflicciones, sus tristezas y sus penas. No rehuyamos, pues, el ser honrados. No nos privemos de ser exaltados. Las penas nos exaltan; las aflicciones nos elevan.

"Si sufrimos, también reinaremos con él" II Timoteo 2:12.

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